Siempre es gratificante leer obras de nuevos autores, más aún si se trata de poesía en un mundillo en el que la novela sigue ocupando los puestos más relevantes de las estanterías mundiales.
En este pequeño remanso metafórico en el que esperamos todos los amantes de la poesía, nos hemos encontrado con una grata sorpresa. Se trata del primer poemario del artista navarro Íñigo Pimoulier y su obra "Disturbios en la azotea", de la editorial La Equilibrista.
Una obra íntima y personal que sin embargo se anuda verso a verso en la memoria colectiva y nos narra con un estilo sencillo y directo a cada uno de nuestros recuerdos. Noches de encuentros y olvidos anacrónicos, miedos ocultos y tan universales como la muerte o el desamor.
A ratos coloquial y escrito con sus propias vísceras explica el sufrimiento de cualquier alma poética ante la realidad cotidiana, la necesidad de buscar un espacio fuera de ella que nos resulte más fácil de digerir:
¿Sientes la náusea
que la monotonía provoca
quemándote las vísceras?
Es síntoma de que no eres
capaz de digerir la realidad,
el aquí y el ahora,
el puto presente.
Como yo.
Otras veces plenamente metafórico e intenso nos transporta hacia ese otro lado tan ansiado:
Despiertas de pronto
en una irrealidad brumosa,
los pasos no producen ecos
y no sabes dónde te llevan.
Caminas en círculo,
tu brújula dentro de su limbo
casi al ritmo de tus pensamientos
y ya oyes como se acercan, acechando,
rechinando sus fauces los lobos del recuerdo.
Este poemario te revuelve por dentro, te hace sonreír y caminar por el pasado y el futuro de la mano de una voz "amiga" que se desvela y nos narra las más ardientes dudas y clamores del alma humana.
Muy recomendable.
Comentarios
Publicar un comentario