Nacido
en Buenos Aires en 1900 y muerto en la misma ciudad en 1942, el
novelista, dramaturgo y periodista Roberto Arlt es, en todos los
aspectos, un auténtico pionero de una nueva narrativa urbana y a la
postre, uno de los escritores más significativos del siglo XX.
De
padre alemán y madre italiana, no alcanzó a completar la escuela
primaria, aunque como escritor mostró una precocidad inusitada y, gran
frecuentador de bibliotecas, fue uno de los proverbiales autodidactas de
la época.
Trabajó
como periodista en Crítica, Clarín y El Mundo, especialmente como
cronista policial y viajero por su ciudad, que retrató magistralmente en
sus Aguafuertes porteñas.
Sus
obras más importantes son las novelas Los siete locos (1929) y Los
lanzallamas (1931), habiendo publicado además El amor brujo (1932) y El
criador de gorilas (1941) y la colección de cuentos El jorobadito
(1933). Como dramaturgo, retrató un cuadro alucinado de la vida
burocrática con La isla desierta (1938). El autor asimismo de
Trescientos millones (1932), Saverio el cruel (1936), El fabricante de
fantasmas (1936), La fiesta de hierro (1940) y El desierto entra en la
ciudad (1942).
En El juguete rabioso encontramos a Silvio, un adolescente de clase media que no sabe hacia donde encauzar su vida, y nos preguntamos ¿qué será de ella?
En El juguete rabioso encontramos a Silvio, un adolescente de clase media que no sabe hacia donde encauzar su vida, y nos preguntamos ¿qué será de ella?
Una
novela corta que retrata con una crudeza muy filosófica la vida de la
clase baja de los barrios porteños, y que desde su edición se ha
convertido en un clásico de la literatura moderna argentina.
Silvio,
es el adolescente protagonista que sufre las consecuencias de la
pobreza y se ve obligado a trabajar para ayudar a la subsistencia
familiar, su visión particular es lo que nos guía a lo largo de la
historia y nos muestra las diferentes etapas que cruza constantemente en
su existencia.
Amigos
y patrones, deseos y pasiones, ciencia y filosofía, todo se entremezcla
en esta historia que parece demasiado real y a la vez un poco
inverosímil.
El
vocabulario, de barrio y sencillo entremezclado con un lenguaje
científico y específico en ciertos momentos nos deja raros sabores de
boca y nos hace pensar el qué y el porqué de las cosas.
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